La inobservancia
de la perspicacia y claridad de las Escrituras ha traído muchas desgracias al
cuerpo de Cristo, por ello es tan urgente que los siervos de Dios sean parte de
un pueblo instruido. El fanatismo, la candidez, la liviandad de pensamiento y
la ignorancia del Texto Sagrado no tienen ninguna justificación, no obstante
hay quienes apoyados en débiles fundamentos creen estar en lo cierto cuando
Propugnan, por
ausencia de calado en el conocimiento de las Escrituras aducen que, ¨la letra
mata, mas el Espíritu vivifica¨ es hora ya de dejar de usar el texto bíblico de
manera irresponsable y descuidada y hacer la firme decisión de adquirir más
conocimiento de las Escrituras; un mundo fascinante de información que
transmite paz al alma, que da una seguridad que sobrepasa todo entendimiento y
que aporta una satisfacción que ninguna otra empresa humana puede aportar. lámpara a mis pies es tu palabra y lumbrera
a mi camino¨
Jerusalén es una
de las ciudades antiguas más enigmáticas; apasionante, deseable, peligrosa,
inspiradora, decepcionante, es imposible paladear el tema de Jerusalén sin
percibir de inmediato un sabor agridulce.
Jerusalén fue
primero el asiento de las tribus jebuseas, pueblos semitas que habitaban en
Canaán. Uno de los personajes más señeros en ser mencionados con relación a la
Jerusalén del periodo pre davídico es Melquisedec. Este personaje es mencionado
en relación con Abraham el Padre de la fe, y aparece en un contexto
en el que Abraham le expresa admiración y sumisión, pues la Biblia señala que
Abraham lo reconoce como sacerdote
del Dios Altísimo y a éste entregó Abraham los diezmos de todo.
Este acto de entrega de los diezmos es interpretado por el autor de la carta a
los hebreos como un reconocimiento de la superioridad de este personaje frente
al padre Abraham, dice el autor de hebreos, además que este Melquisedec es una
prefiguración de Cristo y un tipo directo del salvador.
PERIODO PREMONARQUICO
Pero después de la
época del patriarca Abraham, Jerusalén permaneció en manos de los cananeos y
bajo la influencia de la superpotencia de la época, Egipto, por al menos unos
setecientos años, pues los israelitas fueron sometiendo a los habitantes de
Canaán poco a poco, y Jerusalén, o Jebús, aun habiendo ya un rey en Israel,
(Saúl) seguía bajo la dominación cananea. No fue sino hasta la llegada de David
que Jerusalén pasó a ser parte integral del territorio de Israel, y
posteriormente se convirtió en la Ciudad de David, el asiento de la
administración pública y el eje central de la vida religiosa del Israel.
Durante los
reinados de Israel y Salomón su predecesor, Jerusalén alcanzó su época de oro
pues David se preocupó por construirle una muralla y edificó su palacio y
varias dependencias gubernamentales, así mismo Salomón llenó a Jerusalén de
esplendor en una época en la que según el autor bíblico, en casa de Salomón y
en sus palacios casi todo era de oro sólido y la plata era como piedras, tanta
había que no era apreciada.
Todo el periodo que va desde la época de Adán
hasta Moisés es denominado a veces como el periodo de la auto revelación de
Dios, es posible que tengas gran interés en profundizar más acerca de estos
periodos bíblicos y el desarrollo de la historia sagrada.
Jerusalén
permaneció como ciudad independiente muy pocos años, no más de trescientos.
Desafortunadamente con el transcurrir del tiempo, se produjo un cisma que
dividió a Israel en los dos segmentos naturales que componían la estructura
tribal de ese pueblo.
Jerusalén invicta, pero dos capitales:
Israel al norte, con su capital en Samaria, la cual alcanzó su mayor
apogeo en época del Rey Omri, a tal punto que Israel en ese periodo llegó a ser
conocida como Omrilandia.
La tirantez que
hubo entre ambas naciones fue constante a tal punto que una y otra llegaron a
aliarse a las potencias de ese entonces las cuales forcejeaban por hacerse con
el dominio del territorio israelita debido a la importancia estratégica de
dicho territorio.
Al mismo tiempo,
con mucha frecuencia estas naciones se veían amenazadas por dichas potencias;
Asiria, Egipto, Babilonia, Siria a quienes debieron pagar tributo a fin de
conservar algo de su territorio y de su independencia.
El final de la época monárquica
El final de Israel
llegó cuando Asurbanipal invadió y destruyó el territorio de Israel, arrasó
Samaria su capital y llevó cautivos a sus habitantes a Asiria. Judá y su
capital, Jerusalén, lograron retardar lo que inexorablemente había de ocurrir.
Debido a las insistentes advertencias hechas por los profetas, quienes
amonestaban a los reyes de Judá sobre su conducta y sobre su alejamiento de la
ley de Dios, El les anunció que les enviaría gran calamidad de la cual no
habrían de escapar.
Todo esto se
materializó en el año 587 AC, cuando el rey Nabucodonosor sitió a Jerusalén por
espacio de tres años y se retiró de ella gracias al pago de una fuerte suma de
dinero. Pero apenas un año más tarde Nabucodonosor regresó a Jerusalén con el
objetivo de no dejar ni hoja ni rama. La sitió inmisericordemente y
cuando los habitantes ya no pudieron resistir más, fue abierta una brecha en el
muro de la ciudad de noche, por donde escaparon el rey, sus generales y los
nobles, pero fueron alcanzados por el ejército babilonio.
El periodo que sigue a la deportación de los ciudadanos de Jerusalén es
sumamente interesante, muchas y muy importantes instituciones se formaron en
esta época y es la época que hace conexión entre el periodo
intertestamentario y la etapa post exílica, el retorno de los
exiliados y la reconstrucción del templo y de la muralla en tiempos de
Nehemías.
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